Luego de más de 24 hs de vuelo acumuladas, y casi un par de días entre escalas, al fin he arribado a la capital Japonesa, entrar fue más difícil que entrar al Pentágono a la habitación del botón rojo, pero lo logré. Más allá del tiempo de viaje lo que mata es el jet lag, 12 hs. de diferencia horaria, se dice que se necesita un día por hora para acomodar el cuerpo, pero habrá que adelantar como sea el reloj biológico, hay mucho para ver.
Al comenzar a viajar inmediatamente se nota la diferencia con la vieja normalidad, los aviones semi vacios, (son una comodidad que no viene mal hay que decirlo), controles de PCR negativos, y tapaboca religiosamente colocados, ya nos ubican en la nueva realidad mundial, que muy de a poco parece que se va recuperando de una caída global sin precedentes, y todo parece indicar que las cosas no serán como las conocíamos, no llegará “el día después de la pandemia”, deberemos convivir con ella y sus nuevas formas de vivir.
Claramente los vuelos son a pérdida por parte de las compañías, lo que provoca reducción de frecuencias, y con ello pérdidas de puestos laborales (se estiman en más de 400 mil en el sector), por otro lado también los Estados deben dedicar recursos para mantener dichas compañías a flote, y lograr recuperar el sector transporte que ha sido uno de los grandes afectados, directamente con apoyo financiero o incrementando los subsidios, en definitiva es lo que se conoce como “gasto tributario”, es decir ingresos que se dejan de percibir por exoneraciones subjetivas, que lógicamente provoca que otros sectores deban “colaborar” con más tributos porque el presupuesto del Estado hay que pagarlo, y si no, pedir prestado lo que incrementa el déficit fiscal, en fin, un círculo vicioso ya conocido del que no hablaremos ahora.
En ese sentido, como es evidente, no es lo mismo lo que pueden hacer los países desarrollados que países como el nuestro, Japón ha decidido llevar adelante los Juegos a costas de relegar ingresos millonarios, los Estadios vacíos además de ser una tristeza, son cientos de miles de tickets que no se han vendido, e incluso se debieron devolver los que se compraron anticipadamente en 2020, se estima en más de mil millones de dólares perdidos por ello.
Uno de los argumentos fuertes a favor de los juegos era demostrar que el país se había levantado de la tragedia de Fukushima, donde perdieron la vida más de 20 mil japoneses, y pérdidas económicas millonarias. Si hay algo que ha demostrado sobradamente Japón a través de su historia es que logra sortear escollos inmensos, y superarse a sí mismo cada vez, penosamente no será posible ir a Hiroshima para ver de cerca ese hito de la capacidad de recuperación del ser humano. Para lograr semejantes hazañas hace falta altos niveles de tenacidad y capacidad, e indudablemente ser un pueblo extraordinariamente obstinado como el japonés, que visto desde nuestros ojos a veces roza la insanía, como cuando los kamikazes se lanzaban con sus aviones contra barcos enemigos, pero por algo siguen siendo la potencia mundial que son, recién hace muy poco tiempo fueron superados por los Chinos y relegados al tercer puesto como potencia económica mundial.
Lo que es notorio en este poco tiempo que llevo aquí, es que es todo diferente, muy diferente, desde lo físico hasta la forma de pensar y actuar, a nuestros ojos aquí es todo extremadamente “raro”, podrán decir que no descubro nada, y que seguramente ellos, si van Uruguay, dirían lo mismo, si bien esperaba encontrarme con una sociedad diferente, es más de lo que podía pensar, y aún como decimos en lenguaje coloquial, no les he podido “sacar la ficha”. Por ejemplo no hablan inglés, nunca hubiera esperado eso, uno de cada diez habla inglés, de los que trabajan como colaboradores en los Juegos, gente joven, es difícil encontrar alguien que te entienda y por ende sepa algo más que sostener el cartel que sostiene, o mover un palito con luces fosforescentes para dirigir el tránsito, me resulta extremadamente extraño, eso sí, cumplen con su fama de ser muy amables, se nota que se sienten mal al no entenderte y no poder ayudarte, y lo que hagan, aunque sea sostener un cartel indicador, lo hacen con una eficacia impresionante, y pueden estar 12 hs. al rayo del sol sin inmutarse un segundo.
Como ponen en las telenovelas, continuará.
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